La crecida pasó por Zaragoza el lunes a primera hora de la mañana y aguas abajo puso en alerta a los municipios de la Ribera Baja del Ebro. La punta de la crecida alcanzó los 1.460 metros cúbicos por segundo.
Los alcaldes y vecinos de la Ribera Baja mostraron su malestar. La última avenida no ha llegado al nivel de la crecida de 2018, pero ha servido para inundar campos en el tramo aragonés del Ebro, y sobre todo, para alertar sobre el estado de las motas.
A pesar de los trabajos de refuerzo que se han llevado a cabo recientemente, algunas localidades vieron ayer con preocupación el estado en el que quedaron sus defensas.
La crecida del río Ebro, de carácter ordinario, no llegó a superar los 1.500 metros cúbicos por segundo y alcanzó una altura de 4,20 metros. En la riada del año pasadoriada del año pasado se llegó a 5,35 metros. En la ciudad de Zaragoza esta avenida no tuvo apenas afecciones, salvo el desalojo de los habitantes de Torre Urzáiz en el barrio de Movera.
En Villafranca de Ebro, la mota sufrió tres fugas que inundaron un campo cercano y alarmaron a los agricultores. El alcalde de la localidad ha manifestado que se debe limpiar el río y utilizar las gravas del río en vez de cogerlas del monte.
En Fuentes de Ebro también ha resultado dañada otra mota. La alcaldesa señaló que la causa puede haber sido a que las motas son muy recientes y el terreno no ha llegado a compactar
La Confederación Hidrográfica del Ebro ha actuado en más de 700 puntos del tramo aragonés del Ebro. En total se han invertido 31,5 millones con mejoras aún pendientes desde la riada de 2015.