En las provincias donde se cultiva el centeno había costumbre de sembrar una mezcla de trigo y centeno a partes iguales. A esta mezcla de cereales se le denomina tranquillón o morcajo.
El tranquillón o morcajo se usa en algunas zonas para aumentar la productividad en climas hostiles, pues el centeno protege al trigo del frío extremo, ya que el centeno se da mejor en zonas frías. Además, de la molienda de ambos cereales se consiguen harinas mejor panificables que la harina de centeno. De esta forma, el centeno aporta su resistencia al frío y el trigo aporta su aptitud panificadora.
Esta técnica tradicional está apunto de desaparecer debido a que los actuales avances en la selección de variedades adaptadas gran diversidad de condiciones agroambientales y con muy altos rendimientos, hacen que no sea viable en la agricultura moderna. Por lo tanto, esta costumbre que tuvo su utilidad en el pasado, está destinada a quedar como un recuerdo de la agricultura más tradicional anterior a la tecnificación del campo.