Los agricultores de cereal están en plena siembra y, probablemente, se habrán planteado si vale la pena sembrar semilla certificada o si pueden ahorrar algo guardándose la semilla de campañas anteriores para sembrarla.
Según la Asociación Nacional de Obtentores Vegetales (ANOVE) solo el 22 % de la semilla de cereal sembrada en España es certificada. Del 78 % restante, un 30 % es acondicionada por los propios agricultores, pero hay un 48 % de origen desconocido que probablemente es el grano de la cosecha que muchos agricultores re-siembran sin acondicionar “oficialmente”.
La legislación permite que los agricultores puedan re-utilizar el grano que obtienen en su propia explotación como simiente, siempre que provenga de semilla certificada. Pero bajo ningún concepto este grano puede ponerse en el mercado, venderse, comercializarse o incluso dar a otro agricultor. Además, en el caso de limpiar y/o tratar el grano, si la variedad está protegida se debe informar al titular de la variedad.
La semilla certificada, a diferencia de la acondicionada, se ha producido bajo controles oficiales, tanto en laboratorio como en campo, desde su siembra, pasando por la recolección y hasta el acondicionamiento, envasado y comercialización. Las 3 principales ventajas de sembrar semilla certificada, aunque son múltiples sus beneficios, son las garantías que te ofrece en:
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Germinación mínima asegurada: permite reducir la dosis de siembra.
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Pureza varietal: Se garantiza que la semilla es de la variedad que estás comprando.
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Sanidad de la semilla: Disminuye la entrada de malas hierbas y la transmisión de enfermedades fúngicas al cultivo.
Aunque parezca que la semilla certificada pueda ser la misma que la acondicionada, con el precio de su compra, no solo se está comprando la calidad mencionada en el apartado anterior, sino que el precio también repercute en la investigación en mejora genética para la obtención de nuevas variedades más productivas, adaptadas en cada zona y a las condiciones cambiantes de nuestra agricultura.
Desde el primer año de reutilización se pierde potencial y a partir del cuarto año de aprovechar las semillas ya se ha perdido mucho potencial productivo; y es cuando aparecen muchos problemas de malas hierbas.
Aunque la reutilización de la cosecha propia puede tener sentido en las tierras pobres, que no dan rentabilidad como para amortizar la inversión en semilla de alta calidad, la apuesta por la certificada supone más productividad y un paso adelante en la lucha contra malas hierbas como el bromo y la avena loca, que cada campaña tienen mayor presencia en el campo.