Descripción
Las larvas van cambiando de color a medida que van mudando. Son de un color blanco transparente en la primera fase, blanco cremoso en la segunda, verde amarillento con puntos oscuros a lo largo del cuerpo en la tercera y, finalmente, rosa-púrpura en la cuarta y última fase.
Los adultos presentan dimorfismo sexual, siendo las hembras más grandes y de un color marrón menos oscuro que los machos. La mayoría de los ejemplares presentan, en estado adulto, un patrón de marcas distinguible en las alas anteriores.
Ciclo biológico
Los adultos son nocturnos y vuelan distancias cortas. Las hembras hacen la puesta en el suelo, cerca de la base de las plantas, en los tubérculos no cubiertos por la tierra (también en el almacén). Tras la eclosión, las pequeñas larvas penetran en el interior de los tubérculos, donde se alimentan excavando numerosas galerías que pueden llegar a destruirlos totalmente.
Una vez completado su desarrollo (4 fases larvarias) salen al exterior. Las larvas construyen capullos de seda cubiertos con partículas de tierra y otros residuos. La fase de pupa o crisálida se desarrolla en el suelo, paredes o sacos de los almacenes y, ocasionalmente, en el interior de los tubérculos.
Síntomas y daños
El daño producido por Tecia solanivora es similar al de otras polillas de la patata. Las galerías excavadas por las larvas contienen excrementos, restos de comida y mudas. Los tubérculos dañados pueden sufrir pudriciones secundarias provocadas por hongos y bacterias.
Los pequeños orificios de entrada de las larvas pueden pasar desapercibidos, de forma que no se detecten síntomas externos hasta que éstas excavan los orificios de salida, que son de mayor tamaño.
Formas de control
Según la legislación vigente, se deben inspeccionar los tubérculos en todo el ciclo de cultivo, desde la semilla al almacén. Durante el periodo vegetativo es aconsejable descubrir raíces para intentar visualizar síntomas, y de esta forma realizar una detección precoz.
En caso de confirmarse la presencia de la polilla guatemalteca se deben adoptar las siguientes medidas:
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Destrucción de los tubérculos contaminados
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Aplicación de tratamientos fitosanitarios autorizados
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Puesta en marcha de un conjunto de medidas culturas (en campo) e higiénicas (en almacén), entre las que se incluyen:
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No plantar patatas hasta que la plaga se haya erradicado (al menos dos años)
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Desenterrar y destruir todos los tubérculos y restos de cosecha de las campañas anteriores
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Evitar la presencia de grietas en los almacenes y limpiarlos exhaustivamente una vez vacíos
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Limpiar las máquinas de manipulación y el almacén donde se ubiquen, y destruir los sacos y embalajes que hayan estado en contacto con las patatas contaminadas o en el mismo almacén.
Se debe usar semilla con pasaporte fitosanitario para asegurar la calidad sanitaria de nuevas plantaciones.
Los tratamientos químicos son poco efectivos una vez que las larvas han penetrado en el interior de los tubérculos.
Por tratarse de un organismo nocivo de cuarentena, la legislación obliga a comunicar al Centro de Sanidad y Certificación Vegetal la presencia de síntomas sospechosos de la plaga.