Un estudio de científicos de la Estación Experimental de Aula Dei (EEAD-CSIC), Universidad de Zaragoza y Comunidad de Riegos del Alto Aragón ha planteado un nuevo mecanismo capaz de detectar la presencia del mejillón cebra en zonas específicas de redes de riego, mediante la combinación de “medidas de presión y simulaciones hidráulicas”.
Las estrategias de control empleadas hasta ahora han incluido la desecación de las balsas de riego, la inyección de sustancias químicas dentro de las tuberías de riego y el análisis de larvas.
Aunque los tratamientos con peróxido de hidrógeno o con cloro son letales, las inertes valvas del mejillón cebra circulan por las conducciones de agua sin control, con el serio riesgo de que en ausencia de drenajes apropiados puedan causar muchos problemas al acumularse en los filtros de los hidrantes.
Desde la Comunidad de Riegos del Alto Aragón han señalado que este nuevo mecanismo permitirá evitar “tratamientos químicos continuos o de choque” para la gestión de esta especie invasora que “impide el funcionamiento normal de las instalaciones de riego”.
Este método se basa en la comparación entre la presión estimada de la red de riego y la presión medida, que puede estar afectada por “la presencia de colonias de mejillón cebra, que obstruyen las tuberías y provocan una pérdida de carga proporcional al grado de infestación”, ha indicado el investigador Mario Morales, coautor del estudio publicado a finales de mayo en la revista ‘Agricultural Water Management’ en Science Direct.
La mayor precisión en la detección de las colonias permitirá “valorar la necesidad de tratamientos químicos y localizarlos en las zonas más infestadas”.
Gracias a este desarrollo, que ya ha sido validado en la comunidad de regantes de Collarada Sección Segunda (Montesusín, Huesca), se podrá desarrollar un software conectado al sistema de telecontrol de la comunidad de regantes que produzca en tiempo real un mapa del alcance de la plaga, para que se pueda valorar la necesidad de tratamientos químicos y localizarlos en las zonas más infestadas.
Desde los primeros análisis de larvas en 2013, la evolución de esta especie ha sido imparable en Riegos del Alto Aragón. En cinco años se ha extendido a unas 80.000 hectáreas, un 66 por ciento de la superficie del sistema. Las acciones de control puestas en marcha en la región han conseguido controlar ya 23.000 hectáreas, que suponen un 29% de la superficie afectada.