La semilla certificada es un producto de calidad de primer orden, estandarizado y de reconocimiento internacional. Esta calidad está garantizada por el doble control ejercido, tanto por la empresa productora como por el organismo oficial responsable, de modo que este control ofrece unas garantías en relación a su origen, trazabilidad, homogeneidad, pureza específica, pureza varietal, germinación, ausencia de otras semillas no deseadas en la siembra, sanidad, humedad, etc., tal como destacan desde la Asociación Nacional de Obtentores Vegetales (Anove).
Pero además de garantizar la calidad de este medio de producción, tan básico en la explotación agrícola, el empleo de semilla certificada supone más ventajas:
Un ahorro significativo en la dosis de siembra
Como consecuencia de la garantía de la germinación que ofrece la semilla certificada. Esto se ve recompensado con una necesidad menor de dosis de siembra por hectárea. Se estima que la dosis de siembra necesaria cuando no se utiliza semilla certificada debe incrementarse entre un 10% y un 20%.
Ahorro en el tiempo invertido en la preparación de la semilla
Con la semilla certificada se evita al agricultor tener que destinar un tiempo significativo en acondicionar el grano de su propia cosecha, así como de disponer de un elevado espacio donde almacenar la semilla durante los meses que trascurren hasta la siembra.
Un incremento en los rendimientos
La semilla certificada asegura la producción y mejora la cosecha. Las semillas están seleccionadas y tratadas para garantizar una buena implantación del cultivo, y hay una disminución en la aparición de malas hierbas en la parcela, ya que esta semilla garantiza una pureza específica.
Apoyar la inversión en I+D del sector obtentor
La semilla certificada hace posible la inversión en programas de investigación para la creación de nuevas variedades, que son y serán la garantía del progreso y de la mejora de la producción agrícola. Poner a disposición del mercado una nueva variedad requiere diez o más años de trabajo.
El desarrollo de nuevas variedades
Solo es posible el desarrollo de nuevas variedades con una inversión continua en los programas de investigación. La industria de semillas es, con diferencia, la que más invierte de su cifra de facturación en I+D, aproximadamente un 25%. Así, la semilla es el medio de producción más económico y que más ha condicionado la evolución de los incrementos en los rendimientos agrarios.
Seguridad alimentaria
La certificación de semillas es un elemento imprescindible para asegurar desde su origen la trazabilidad de los alimentos.
Innovación en los sistemas de producción y comercialización de cereales
Una cooperativa o almacenista que suministra semilla certificada a sus agricultores conocerá con antelación, a la hora de comercializar su cereal, las calidades y cantidades que va a disponer, mejorando por tanto su organización y planificación.
Contribuir al desarrollo rural
La producción de semilla certificada es una actividad industrial de valor añadido. Es un elemento básico en los sistemas de producción industrial. La industria organiza cadenas de producción de alimentos desde la semilla, el cultivo, su almacenamiento y transformación. Estos sistemas, que son bien conocidos en otros productos como las hortícolas, se están introduciendo en el sector de los cereales (pastas, pizzas, harinas, etc.).
El sector y la Administración disponen de información fiable
Información fiable sobre qué se produce, dónde, cuándo, para qué usos, etc. Esta información es relevante y permite una planificación eficiente y una mejor posición en los mercados.
Es una de las inversiones más rentables en una explotación agrícola
Con el uso de semilla certificada se contribuye a la investigación, mejora genética y desarrollo de nuevas y mejores variedades.
Los ensayos de trigo blando de invierno en España de la red GENVCE, llevados a cabo en un periodo de doce años, indican que las nuevas variedades presentadas aportan una ganancia media anual del 0,7% sobre el rendimiento del trigo utilizado como testigo (variedad Marius, con un rendimiento medio de 4.984 kilos por hectárea), lo que supone un incremento anual por hectárea de 34 kilos.
Este incremento anual que aportan el desarrollo de nuevas variedades (0,7%), genera un beneficio económico constante en la economía de la explotación agraria. Como ejemplo, un agricultor que explote 25 hectáreas y que venda su cereal a una media de 180 euros la tonelada, obtendría 125 euros más en la primera campaña.
El incremento llegaría a 250 euros el segundo año, 375 el tercero, y así en la misma progresión, de modo que al cabo de diez años este agricultor estaría obteniendo 1.250 euros más de rentabilidad en la misma explotación de 25 hectáreas de cereal.
Son pues muchas las ventajas agronómicas, de rentabilidad y de operatividad en el trabajo en el campo a lo largo de toda la campaña las que hablan en favor de la semilla certificada. Ahí está el futuro. Y el presente.
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