Continuando con el tema de la fertilización en cereal de invierno, os informamos en este artículo sobre la fertilización fosfopotásica en trigo y cebada. En artículos anteriores ya se ha profundizado sobre la fertilización nitrogenada, tanto en cebada como en trigo.
Fertilización fosfopotásica del trigo
El trigo extrae como promedio 12 kg de anhídrido fosfórico (P2O5) y 28 kg de óxido de potasio (K2O) por cada 1.000 kg de grano producido, incluyendo los órganos vegetativos correspondientes.
En los suelos que tengan reservas suficientes de fósforo y potasio sólo será necesario reemplazar las cantidades extraídas por la cosecha anterior, realizando lo que se denomina un abonado de mantenimiento. Cuando el suelo sea pobre en algunos de estos elementos, será necesario realizar un abonado de corrección para elevar las reservas hasta el nivel óptimo.
En la práctica para la fertilización fosfopotásica debe tenerse en cuenta los siguientes criterios:
– Realizar análisis periódicos del fósforo y potasio asimilables del suelo para observar su evolución (cada 3-4 años).
– Comparar los resultados de dichos análisis con los niveles críticos establecidos, que son función del tipo de suelo y de las técnicas de cultivo. No siempre es fácil conocer con precisión tales niveles al ser muy variables para un mismo cultivo, según las condiciones ambientales.
– Determinar en el cultivo, o mejor en la rotación de cultivos, las cantidades de fósforo y potasio absorbidas por las plantas, las que pueden ser lixiviadas (sobre todo de potasio en suelos ligeros) y las cantidades que pasan a formas insolubles (caso del fósforo en suelos altamente calizos).
El coeficiente de utilización del fertilizante fosfatado es relativamente bajo, pues sólo un 15-20% del mismo es extraído por el cultivo el primer año. La aplicación localizada en las líneas de siembra mejora la eficiencia del abono el primer año respecto a la aplicación a voleo, especialmente en los suelos con bajo nivel de fósforo asimilable. En los suelos con un contenido de fósforo de medio a alto las diferencias entre ambas formas son mínimas.
El rendimiento del trigo en suelos con contenidos bajos y medios de potasio en el perfil de 0-15 cm, se incrementa con la fertilización potásica. En suelos ricos no suele haber respuesta a la misma.
En los suelos muy arenosos y poco profundos se debe prestar una especial atención al abonado con potasio, ante las posibles pérdidas del mismo por lixiviación. Las dosis medias recomendadas en suelos con un contenido de potasio de medio a bajo son de 100-120 kg K2O/ha. El enterrado del fertilizante a 10-15 cm de profundidad mejora la eficiencia de utilización por la planta.
Fertilización fosfopotásica de la cebada
Al igual que para el trigo, la respuesta de la cebada a la fertilización fosfopotásica depende del nivel disponible de estos nutrientes en el suelo. La aplicación localizada en la línea de siembra a dosis bajas puede ser muy efectiva cuando existe poco fósforo disponible en el suelo, obteniéndose rendimientos equivalentes a dosis aplicadas a voleo dos o tres veces superiores. El fósforo aumenta la resistencia de la cebada al frío invernal, interaccionando la respuesta del cultivo con la temperatura, especialmente en suelos con escaso contenido de dicho nutriente. Cuando el nivel de fósforo en el suelo es bajo, las aplicaciones de nitrógeno reducen la resistencia al frío de la cebada.
Ensayos en cebadas de secano y regadío han puesto de manifiesto la falta de repuesta al abonado fosfopotásico cuando su contenido en el suelo es elevado.
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