Francesc Tribó
Jefe de Producto de Maíz
Pioneer Hi-Bred Spain, S.L.
Aunque la presencia de micotoxinas no es algo nuevo, y hasta cierto punto inevitable, la mejora en los métodos de detección y el incremento en los estándares de calidad de los alimentos y piensos, han hecho que en los últimos años haya un interés creciente sobre este tema entre todos los sectores involucrados con la producción, comercialización y consumo de cereales. No obstante, y a pesar de que la presencia de micotoxinas se asocia a los cereales, hay otros cultivos e ingredientes en la alimentación animal y humana que son susceptibles de contenerlas. Centrándonos en el cultivo del maíz, en la campaña de cosechas del 2013, localmente se detectaron valores más altos de micotoxinas, debido a unas condiciones climatológicas que favorecieron su presencia.
Tal y como etimológicamente se desprende de la palabra “micotoxina”, se trata de productos tóxicos (“toxinas”) producidos por varias especies de hongos (“mico”) que colonizan algunos cultivos en el campo o durante el transporte o almacenamiento de los mismos. Son nocivos tanto para los animales como para los seres humanos, y en el caso de producción animal, incluso niveles muy bajos pueden tener un impacto en la productividad de la explotación. La presencia de micelios del hongo no equivale a presencia de micotoxinas, ya que estas sustancias son el producto de procesos metabólicos complejos derivados de la adaptación del hongo a condiciones de estrés y su producción no siempre coincide con las condiciones óptimas de temperatura y humedad para el
desarrollo del hongo en cuestión. Así pues, pueden producirse tanto en el campo de cultivo, como durante la cosecha, transporte o almacenamiento. En el caso del maíz, las principales micotoxinas que podemos encontrar son:
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Fumonisinas: producidas por Fusarium verticilloides. (Foto 1)
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Desoxinivalenol (DON) y Zearalenona (ZEA): producidas por Fusarium graminearum. (Foto 2)
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Aflatoxinas: producidas por Aspergillus flavus y A.parasiticus. (Foto 3)
Fumonisinas
El hongo causante de las fumonisinas (F. verticilloides) es la especie que con mayor frecuencia se puede aislar del cultivo de maíz. Puede afectar a las raíces, tallos y granos, y en este último caso, la infección suele producirse a través de las sedas (con un máximo de eficiencia a los 10-15 días tras su aparición) o bien por las heridas sobre la mazorca provocadas por insectos. El hongo puede sobrevivir sobre los residuos de plantas afectadas, y la dispersión de las esporas se realiza por medio del viento (diseminación a larga distancia) y la lluvia (diseminación a corta distancia). Una vez que se desarrolla sobre el grano de maíz, tanto la temperatura como el agua libre en el grano determinaran las tasas de crecimiento del hongo y la producción de fumonisinas.
DON, ZEA
El F. graminearum, causante de estas dos micotoxinas, requiere unas condiciones de desarrollo más templadas que el F. verticilloides, con lo cual su presencia suele estar más asociadas a zonas o años con temperaturas más suaves y con mayor precipitación. El principal punto de entrada del hongo también son las sedas, en general, durante la primera semana de aparición de las mismas.
Ambas son de gran importancia por sus efectos en el sistema digestivo de los monogástricos. La ZEA en particular puede tener serios efectos en porcino, y especialmente en hembras reproductoras ya que actúa como un estrógeno (hormonas sexuales femeninas).
Debido a las condiciones climáticas propias de Castilla y León, y la tendencia a realizar cosechas tardías, la probabilidad de que estas dos micotoxinas estén presentes en las cosechas de maíz parece más alta que en el caso de las fumonisinas o aflatoxinas. No obstante, en los análisis de seguimiento realizados periódicamente por Pioneer a nivel nacional, solamente se han detectado niveles significativamente altos de forma puntual, sin que se pueda asociar la mayor o menor presencia de estas micotoxinas a una zona determinada.
Aflatoxinas
Aunque haya cuatro tipos principales (B1, B2, G1, G2), la B1 es la más tóxica y durante su proceso de metabolización da lugar a la aflatoxina M1 que puede encontrarse en la leche. La contaminación por aflatoxinas en los granos puede tener lugar tanto en pre- como en post-cosecha. En el primer caso, el hongo produce toxinas en condiciones de estrés (alta temperatura y baja humedad). En el segundo caso, se producen toxinas debido a un manejo y conservación del producto incorrectos.
Lo que hace a las micotoxinas particularmente peligrosas es el hecho de que son resistentes a tratamientos físicos, químicos y biológicos. No obstante, ciertos procesos pueden reducir su contenido.
Medidas preventivas:
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La incorporación de residuos en el suelo mediante laboreo es una medida que ayuda, pero tiene un impacto limitado en la reducción de micotoxinas.
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Elección de la fecha de siembra y ciclo de la variedad. Las siembras tempranas permitirán un mejor desarrollo radicular, minimizando las posibles situaciones de estrés. Adicionalmente, nos permitirá el uso de variedades de ciclo más largo, aprovechando su mayor potencial productivo y la posibilidad de una cosecha temprana.
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La buena adaptación de una variedad determinada a una zona de cultivo y su correcto manejo para minimizar las condiciones de estrés (densidad de siembra, riego, fertilización, etc) son la acción preventiva principal.
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Aunque no sea una plaga endémica de Castilla y León, en zonas con presencia de la plaga del taladro (se ha encontrado una correlación importante entre los niveles de ataque y la presencia de micotoxinas en especial fumonisinas) la opción más eficaz es recurrir a variedades de maíz modificadas genéticamente (maíz Bt). En caso de no optar por esta solución, debe contemplarse el control de esta plaga, o cualquier otra que pueda dañar a la mazorca, mediante insecticidas.
Por último, se debería prevenir el desarrollo de infecciones en post-cosecha. Para ello, se recomienda:
- Evitar la presencia de granos rotos durante la cosecha
- Cosechar el grano con contenidos de humedad no demasiado bajos
- Reducir al máximo el tiempo entre la cosecha y el secado. Es de vital importancia que se programen las cosechas en base a la capacidad de trabajo del secadero.
- Ventilar y enfriar rápidamente el grano para evitar la presencia de humedad
- Controlar la presencia de roedores, aves e insectos en los almacenes.
Uno de los principios generales para la regulación de las micotoxinas es el de perseguir un alto nivel de protección de la salud animal y humana, y en ese sentido, desde el agricultor productor de la materia prima hasta el último manipulador de alimentos y piensos debería tomar las medidas necesarias para asegurar dicha protección.
Fuente: Dupont Pioneer
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