El agua es un elemento determinante de la producción de maíz y los máximos rendimientos sólo se obtienen cuando se satisface toda su demanda evapotranspirativa.
El cultivo de maíz requiere del orden de unos 5 l/m2 y día, esto representa unas necesidades hídricas de 6.500 a 8.500 m3/ ha.
Cuando la disponibilidad de agua para el riego sea dudosa para que alcance la época habitual de la floración del maíz en la zona, resulta muy interesante plantearse la siembra de variedades de ciclos más cortos. De esta forma, la planta habrá superado la fase crítica de la floración cuando empiecen a escasear los caudales para el riego. Las menores producciones de estos híbridos a pleno rendimiento son superiores o iguales a las conseguidas por los híbridos de ciclos largos que puedan sufrir los desastres de una sequía.
El riego puede suponer más del 20% de los gastos variables del cultivo. Los riegos pueden realizarse por aspersión y a manta, siendo el primero el más utilizado actualmente.
Las necesidades hídricas van variando a lo largo del cultivo y cuando las plantas comienzan a nacer requieren menos cantidad de agua pero manteniendo una humedad constante en el suelo. En la fase del crecimiento vegetativo es cuando más cantidad de agua se requiere por ello se recomienda dar un riego unos 10 a 15 días antes de la floración.
Existe un período crítico de gran sensibilidad a las condiciones de sequía, que se sitúa entre unos 20 días antes de la floración masculina y termina unos 20 días después de la polinización, con el secado de las sedas o estigmas. Durante este período la falta de riego durante un turno de 14 días, puede ocasionar una pérdida del 60% de la producción. En este momento las aportaciones de agua deben ser iguales o 1,1 veces superiores a la evaporación terrestre del cultivo. Durante la fase de engrosamiento y maduración de la mazorca se debe disminuir la cantidad de agua aplicada.
Para más información, puedes consultar este cuadro resúmen.
Fuente: dossier técnico del maíz de Timac Agro