La Agricultura de Conservación es un sistema de prácticas agrarias basadas en la menor alteración posible del suelo y en el mantenimiento de una cobertura de restos vegetales. La FAO define la Agricultura de Conservación como una serie de técnicas que tienen como objetivo fundamental conservar, mejorar y hacer un uso más eficiente de los recursos naturales, mediante un manejo integrado del suelo, agua, agentes biológicos e insumos externos.
Aplicadas a los cultivos herbáceos, las técnicas de agricultura de conservación son las siguientes:
– Siembra directa: El suelo no recibe labor alguna desde la recolección del cultivo hasta la siembra siguiente, manteniéndose todos los restos de la cosecha.
– Mínimo laboreo con cubierta (laboreo de conservación): Preparación del lecho de siembra mediante una o dos labores superficiales dejando al menos el 30% de los restos del cultivo anterior sobre el suelo.
En cultivos leñosos, las técnicas de Agricultura de Conservación son las cubiertas que se basan en proteger con una cubierta viva o inerte el espacio existente entre las hileras de árboles, conocido comúnmente como calle del olivar.
Principales beneficios medioambientales de la Agriculutra de Conservación
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SUELO
– Reducción de la erosión
– Incremento en los niveles de materia orgánica
– Mejora de la estructura
– Mayor biodiversidad
– Incremento de la fertilidad natural del suelo -
AIRE
– Fijación de carbono
– Menor emisión de CO2 a la atmósfera -
AGUA
– Menor escorrentía
– Menor contaminación de aguas superficiales
– Mayor capacidad de retención de agua
– Menor lixiviado de nutrientes
– Menor riesgo de inundaciones
La Agricultura de Conservación es una herramienta eficaz para luchar contra la erosión. Reconocido por múltiples estudios científicos, el método más efectivo para luchar contra la erosión es mantener el suelo cubierto con restos vegetales. De esta manera, se minimiza el impacto directo de las gotas de lluvia, se favorece el incremento de la infiltración y una disminución del poder erosivo de las aguas de escorrentía. Esta reducción será tanto más efectiva cuanto mayor sea la cobertura del suelo.
En general, aunque existen variaciones en función del tipo de suelo y condiciones locales, las técnicas de Agricultura de Conservación frenan la erosión drásticamente. Son diversos los estudios (FAO, Fernández-Quintanilla, 1998) que muestran como a partir de un 30 % de cobertura de suelo la erosión disminuye, y como con un 60 % prácticamente desaparece.
La Agricultura de Conservación mejora los contenidos de materia orgánica. La materia orgánica se relaciona con la mayoría de los procesos, por no decir todos, que ocurren en el suelo. La calidad de un suelo está determinada principalmente por su contenido en materia orgánica, si bien éste es variable y muy sensible a los sistemas de manejo el suelo.
En la mayoría de las zonas, destaca la importancia de la materia orgánica en la mejora de la estructura del suelo, lo que frena la erosión y aumenta la capacidad de retención de agua en el perfil, de especial interés en los secanos andaluces. Está ampliamente investigado que cuando se cambia de la agricultura convencional (laboreo intenso) a la de conservación, el contenido en materia orgánica del suelo aumenta con el tiempo, con todas las consecuencias positivas que ello supone.
La Agricultura de Conservación mejora de la biodiversidad. Los sistemas agrícolas con abundantes restos vegetales sobre el suelo proveen alimento y refugio a muchas especies animales durante períodos críticos de su ciclo de vida. De ahí que con las cubiertas vegetales prosperen gran número de especies de aves, pequeños mamíferos, reptiles y diversos invertebrados, entre otros.