La alelopatía es un fenómeno biológico por el cual un organismo produce uno o más compuestos bioquímicos que influyen en el crecimiento, supervivencia o reproducción de otros organismos. El término alelopatía proviene del griego allelon = uno al otro y pathos = sufrir, y significa efecto injurioso de uno sobre otro. La alelopatía es pues, el fenómeno que implica la inhibición directa de una especie por otra ya sea vegetal o animal, usando sustancias tóxicas o disuasivas.
Este fenómeno ya fue observado por Plinio en el siglo I, que estableció que la sombra del nogal (Juglans regia) “es densa y aún causa dolor de cabeza en el hombre y daño a cualquier cosa plantada en su vecindad”. Plinio también afirmó más tarde que la mejor manera para matar el helecho (Pteridium aquilinum) es romper a golpes el tallo con un palo cuando está en gemación ya que “el jugo que se desliza hacia abajo por el helecho y mata por sí mismo las raíces”.
En 1633, Culpeper declaró que la albahaca (Ocimum basilicum) y la ruda (Ruta graveolens) nunca crecen juntas, ni cerca una de otra. Young en 1804 sostuvo que el trébol (Trifolium pratense) tenía dificultades para crecer en zonas donde se había cultivado la planta constantemente. De Candolle (1832) sugirió que los suelos enfermos en agricultura podría deberse a exudados de plantas de cultivo y que la rotación de cultivos podría ayudar a aliviar el problema.
Los antecedentes señalados anteriormente indican que desde muy antiguo se han observado casos de alelopatía, pero no fue hasta después de 1900 que se condujeron experimentos científicos para estudiar este fenómeno. Schreiner y Col. (1907-1911) descubrieron estudiando suelos fatigados la presencia de productos químicos también presentes en plantas en cultivo y que tenían efectos deletéreos sobre muchas plantas cultivadas.
En todo fenómeno alelopático existe una planta que libera al medio ambiente por una determinada vía (por ej. lixiviación, descomposición de residuos, etc) compuestos químicos los cuales al ser incorporados por otra planta provocan un efecto perjudicial o benéfico sobre germinación, crecimiento o desarrollo de esta última. Los compuestos citados que desencadenan el proceso se denominan compuestos, agentes o sustancias alelopáticas. Estos compuestos también evitan la acción de insectos y animales comedores de hojas, así como los efectos dañinos de bacterias, hongos y virus.
Es necesario puntualizar que muchas sustancias con actividad alelopática tienen efectos benéficos a muy bajas concentraciones y, superado un determinado umbral, actúan negativamente sobre la planta receptora. Aun así, predomina en la literatura especializada la descripción de efectos negativos.
El estudio de estos compuestos alelopáticos puede ser beneficioso en la agricultura ecológica para desarrollar herbicidas, inhibidores o estimulantes del crecimiento, e incluso plaguicidas; ya que el potencial de estas sustancias es enorme.