La soja ha sido cultivada en Asia oriental durante miles de años. En la mitología china fue considerada sagrada y presuntamente fue descubierta por el emperador chino Sheng-Nung hace más de tres milenios. Para estos emperadores la soja era una de las cinco semillas sagradas, junto con el arroz, el trigo, la cebada y el mijo. Y reconocían en su semilla no solo sus propiedades nutritivas sino también sus propiedades para prevenir enfermedades.
La primera referencia de soja en Europa se remonta al siglo XVII. A principios del siglo XIX, la soja se empezó a cultivar en Estados Unidos, mayormente como un cultivo para forraje; pero no se empleó en la alimentación humana hasta bien entrado el siglo XX. La producción de soja ha sido espectacular con las tierras destinadas a su cultivo triplicándose desde 1970, pronosticando que esta expansión continuará hasta bien entrado el siguiente siglo. En 1996 el mundo produjo 130 millones de toneladas de soja; para 2050 se espera alcanzar las 515 millones de toneladas.
Europa produce en la actualidad 1,7 millones de toneladas de soja, pero la producción de la UE apenas cubre el 5% de la demanda del sector ganadero de este cultivo, clave en la alimentación de las cabañas europeas. Los 28 países que ahora integran la UE necesitarían 13,5 millones de hectáreas dedicadas a la soja para cubrir la demanda que tienen, en la actualidad apenas 600.000 están sembradas de él.
En cuanto a las importaciones de soja que alcanzan en su conjunto los 43,4 millones de toneladas, se reparten en 14,7 millones de toneladas de habas de soja y en 28,5 millones de toneladas de harina. En lo que se refiere a España, las importaciones anuales llegan a los 5,8 millones de toneladas, de las 3,5 son habas, de las que es el quinto importador mundial, y 2,3 de harinas procedentes en 84% de Argentina y Brasil, casi a partes iguales.
Desde la Fundación Antama se destaca que, en la actualidad, se siembran en el mundo 91 millones de hectáreas de soja transgénica, es decir, que el 82% de la producción mundial de soja procede de OMG, organismos modificados genéticamente. El 100% de la soja sembrada en Argentina en transgénica, el 93% de la de Estados Unidos y el 92% de la de Brasil.
En 2013 en España se obtuvieron 1.500 toneladas de soja, en cultivo de recolección estival, cifra que escaló hasta las 2.700 toneladas en 2014. Los agricultores españoles han mostrado un cierto y creciente interés por el cultivo de la soja, grano altamente proteico y esencial como materia prima para la fabricación de piensos compuestos para alimentación animal, hasta el punto de que la superficie de cultivo ha aumentado casi un 60 % en 2015.
Según los últimos datos del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente (Magrama), la superficie de soja ha pasado de apenas 800 hectáreas en 2014 a las 1.300 de 2015. A pesar de la evolución al alza del cultivo, la soja sigue siendo residual en España, pues no llega ni al 1 % de la producción europea, y se sitúa muy lejos de Italia, el país líder absoluto en la Unión Europea en este sector agrícola.
Es Italia se ha incrementado la superficie en los últimos años y cuenta ya con más de 300.000 hectáreas y un millón de toneladas, aunque también cultivan soja Francia, República Checa, Austria o Alemania. Por su parte, el COPA-Cogeca estima que en la campaña 2015, la UE-28 dispone de 818.900 hectáreas, lo que supone un fortísimo incremento del 45 % respecto a la anterior, con una producción que puede rondar las 2,11 millones de toneladas, el 21,1 % más. La soja tiene en toda Europa un gran interés donde se utiliza tanto para alimentación humana como en la formulación de los piensos compuestos para animales.
Debido a que en Europa se prohíbe cultivar soja transgénica, al contrario de lo que ocurre en Brasil o EEUU, por ejemplo, el producto español y europeo podría tener un papel relevante en el futuro para elaborar piensos “orgánicos” dirigidos a las ganaderías ecológicas bien para la utilización de soja bien para alimentación humana.